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Un parque infantil ayuda a controlar las inundaciones en una histórica ciudad de Nueva Jersey

​​​​​​​View Date:2024-12-23 16:42:47

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Este artículo es parte de un proyecto de periodismo colaborativo entre Borderless Magazine, Cicero Independiente e Inside Climate News, dirigido por el Institute for Nonprofit News (INN). Fue financiado por Field Foundation e INN.

HOBOKEN, Nueva Jersey—Para ser una ciudad tan pequeña que casi cabría dentro del Central Park de Manhattan, Hoboken, a pocos kilómetros de distancia en Nueva Jersey, ha acumulado mucha historia dentro de sus estrechos límites.

Es el lugar donde se jugó el primer partido de béisbol oficial, en 1846, se estableció una de las primeras cervecerías del país, en el siglo XVII, y se vendieron por primera vez las galletas Oreo en 1912. Y como cualquier habitante de Hoboken diría, la ciudad bautizada “Mile Square City” también se conoce por otra razón.

“Aquí todo se inunda”, dijo con una risa nerviosa Maren Schmitt, de 38 años, un martes por la tarde, mientras observaba a sus dos hijos trepar en un parque infantil local.

Hoboken se encuentra en la orilla oeste del río Hudson, y casi cuatro quintas partes de su superficie descansan sobre una llanura aluvial. Esta susceptibilidad ante las inundaciones quizás nunca fue más evidente que en 2012, cuando azotó el huracán Sandy y 500 millones de galones de agua (casi 2 mil millones de litros) inundaron la ciudad a causa de las marejadas ciclónicas.

Doce años después, los funcionarios de Hoboken han implementado una serie de medidas para mitigar los efectos destructivos de las tormentas provocadas por el cambio climático, incluyendo una innovación que esperan que se reconozca como otro hito en la historia de la ciudad.

Se trata de uno de los parques infantiles más nuevos de Hoboken, ubicado en la esquina de las calles 12 y Madison y conocido como ResilienCity Park. Durante los últimos 15 meses, el parque ha estado ayudando a mitigar los efectos de las inundaciones al funcionar también como sistema de captación y almacenamiento de aproximadamente 2 millones de galones (7,6 millones de litros) de agua pluvial. Los funcionarios de la ciudad dicen que es el parque de este tipo más grande en todo el estado.

El parque ocupa cinco acres (dos hectáreas) a apenas una milla y media (2,4 kilómetros) del túnel Lincoln que conduce a Manhattan y cuenta con columpios, toboganes, una cancha de baloncesto y un campo de deportes. Bajo tierra, hay un tanque capaz de contener cientos de miles de galones de agua de lluvia que de otro modo inundaría las calles y los sótanos de las residencias y negocios de Hoboken, según los funcionarios de la ciudad.

La construcción de parques infantiles resilientes ante el clima, o “climáticamente inteligentes”, es parte de un movimiento cada vez más popular tanto con los municipios como con los grupos de defensa ambiental. Aunque es difícil obtener un número exacto de espacios de juego que se han adaptado para mitigar los impactos del clima, la organización conservacionista sin fines de lucro Trust for Public Land estima que ha ayudado a financiar la construcción de más de 300 de estos lugares en todo el país, incluyendo en ciudades como Philadelphia, Nueva York y Los Angeles.

En Chicago, los parques resilientes son una parte integral de los proyectos de infraestructura. En el lado oeste de la ciudad, por ejemplo, el diseño del parque infantil Garfield Conservatory Play and Grow Nature Play Space utiliza árboles y jardines infiltrantes para la gestión del agua pluvial. Los funcionarios de la ciudad dijeron que hay al menos otros 16 espacios de juego con una superficie total de 2.000 acres (809 hectáreas). Estos espacios cuentan con plantas de raíces profundas que ayudan a frenar las aguas pluviales al permitir que estas se infiltren en el suelo.

Algunos espacios, como los de Hoboken, utilizan un tanque subterráneo, césped artificial poroso y una cancha de baloncesto con desagües o aberturas para almacenar el exceso de agua pluvial. Otros cuentan con árboles recién plantados capaces de absorber dióxido de carbono y contaminantes del aire. Una vez que maduran, los árboles también proporcionan sombra que puede reducir el efecto “isla de calor” en las zonas urbanas, un problema agudizado por los suelos de asfalto negro comunes en los parques infantiles desde hace mucho tiempo.

Los expertos en planificación ambiental dicen que los nuevos espacios reflejan la voluntad de muchas ciudades y pueblos de construir infraestructura multifuncional, teniendo en cuenta el cambio climático.

“Este parque infantil es uno de los muchos ejemplos de proyectos en los que estamos pensando: OK, esto es un espacio para que jueguen los niños, pero también es un lugar para almacenar el agua pluvial”, dijo Daniella Hirschfeld, profesora adjunta de Utah State University, que estudia planificación ambiental. “También puede ser un lugar para tratar el agua pluvial. Y así puede convertirse en un centro de enfriamiento durante casos de calor extremo. Puede ser una oportunidad para el aprendizaje, una forma de que la gente se comprometa y adquiera conocimiento sobre estos temas. Hay que pensar en la multifuncionalidad de la infraestructura y el terreno de esta manera”.

Si bien la versatilidad no es un concepto nuevo en la planificación urbana, puede adoptar un carácter distinto según la geografía cuando se trata del cambio climático, dijo Hirschfeld. La investigadora agregó que todo depende de cómo el cambio climático y sus efectos se manifiestan en diferentes lugares, por ejemplo en forma de temperaturas extremas, incendios, inundaciones y marejadas ciclónicas.

“Cada geografía tendrá sus factores influyentes”, dijo Hirschfeld. “Hoboken era una isla, y la cantidad de agua que debe almacenar es muy distinta a la de donde estoy yo, en Utah. Pero, en última instancia, un lugar puede funcionar como refugio para el agua pluvial e incluso para protegernos de los incendios, otra amenaza a la que nos enfrentamos”.

Caleb Stratton, el director de resiliencia de Hoboken, recuerda cuando los funcionarios le pidieron que liderara la reconstrucción y recuperación de la ciudad después del huracán Sandy. Un aspecto clave de esos esfuerzos consistía en abordar la larga historia de inundaciones de la ciudad, un problema que se ha profundizado con el calentamiento global.

El parque es uno de cuatro espacios resilientes programados para la ciudad y fue financiado principalmente con subvenciones para proyectos de infraestructura, incluyendo aproximadamente $10 millones de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés). Stratton dijo que un elemento fundamental del diseño del parque es su abordaje multifacético para mitigar las inundaciones.

“Es un parque, es una estación de bombeo de agua pluvial, es todo eso”, dijo Stratton durante una entrevista en el parque, mientras un grupo de niños de un campamento de verano jugaba en las instalaciones cercanas. “Se trata de combinar todas las estrategias en una, y ser ambiciosos tanto para mejorar la comunidad como para disminuir el riesgo de inundaciones”.

Además del tanque subterráneo de retención de agua de lluvia, que contiene un millón de galones de agua, Stratton dijo que los elementos a nivel del suelo, como los jardines infiltrantes o de lluvia, pueden retener un millón de galones más. También se puede reenviar agua de vuelta al río Hudson a través de un sistema de bombeo. 

“Lo que estamos haciendo es crear espacios por donde pueda fluir el agua para poder controlarla y mantenerla fuera de las calles y fuera de los edificios, y prepararnos para el futuro incierto que ya estamos viviendo en tiempo real”.

Stratton señaló que el parque infantil está construido sobre un terreno que había servido como planta química desde el siglo XIX hasta hace unos 20 años. La empresa química alemana BASF llevó a cabo la remediación y recubrimiento del sitio y lo vendió a la ciudad de Hoboken en 2016.

Teniendo en cuenta estos antepasados, dijo Stratton, el concepto de diseño para gran parte del parque fue “restaurar la ecología natural”.

“Cuando no pasan autos, se puede oír el zumbido de las abejas y el canto de los grillos”, dijo Stratton. “Esto es lo que existía antes de este parque. Eso es lo que existía antes del terreno baldío de BASF”.

Stratton dijo que la estrategia de la ciudad es “no solo reconstruir, sino reconstruir mejor, reconstruir de manera más extensa”.

“Podríamos construir más estaciones de bombeo”, dijo. “Pero serían infraestructuras independientes que no dicen nada sobre cómo la comunidad se está adaptando al cambio climático”.

Martin Karaba Bäckström, investigador de la Universidad de Lund en Suecia, dijo que los parques infantiles son importantes para la salud de los niños. Fue autor de un trabajo que estudió los parques de juego al aire libre y descubrió que adaptar estos espacios para los desastres climáticos no solo generaba resiliencia a nivel comunitario, sino que además podía tener “muchos efectos de salud positivos para los niños en su vida diaria”.

Karaba Bäckström, terapeuta ocupacional y candidato doctoral, dijo que interactuar con distintos ecosistemas y elementos naturales en un espacio de resiliencia climática es bueno para el desarrollo mental y físico de los niños.

Los parques infantiles tradicionales minimizan el riesgo con materiales duros y artificiales. Pero cuando juegan en un parque adaptado al clima, dijo, los niños tienen más probabilidades de encontrar un insecto interesante, porque hay elementos de madera muerta o suelos más penetrables.

Teóricamente, estas experiencias de descubrimiento despiertan más curiosidad en los niños y hacen que aprendan sobre la naturaleza.

“Cuanto más te expongas a la naturaleza, más cultivas el amor y el hábito de estar al aire libre y en contacto con ella”, dijo Karaba Bäckström. “Si construímos más espacios de juego basados ​​en la naturaleza, que apoyan a distintos ecosistemas y a la resiliencia climática … más niños querrán pasar tiempo en la naturaleza”.

También dijo que estas iniciativas podrían ayudar a preparar a los niños para el futuro incierto que se avecina al inspirar más capacidad de adaptación al cambio climático.

Desde que se inauguró, en junio de 2023, el parque de Hoboken se ha convertido en un lugar de encuentro para padres de la zona. Maren Schmitt lo estaba visitando por primera vez con sus hijos, Theo, de 5 años, y Benno, de 3, y ya estaba deseando volver.

Schmitt, que opera la panadería local Otok Bakery, dijo que como el parque fue diseñado para reducir los daños del cambio climático, ofrece muchos momentos de aprendizaje para sus hijos mientras juegan.

“Espero que aprendan a ser responsables a medida que sepan más sobre el parque y por qué fue construído de esta manera”, dijo. “También es importante que los adultos aprendan sobre él, porque sinceramente yo no estaba muy informada de nada de esto. Creo que Hoboken lo necesita, porque todos luchamos contra el cambio climático y Hoboken por ejemplo se ve especialmente afectado por las inundaciones. Cuanto más podamos hacer para preservar nuestra hermosa ciudad, mejor”.

Y para los residentes de Hoboken, un aspecto clave de esa preservación es crear más espacios de juego para los niños. Además de ser una de las ciudades más pequeñas de Nueva Jersey por área, también es la cuarta comunidad más densamente poblada del país, con más de 57.000 personas en sus 1,25 millas cuadradas.

“Se necesitan más espacios como este, sin duda, para que los niños puedan estar al aire libre”, dijo Tyrik Davis, de 26 años, que vive no muy lejos en Fairview, Nueva Jersey. Estaba visitando el parque con sus hijos, Naylani, de 6 años, y Tyrik Jr., de 3. “Sobre todo esta generación. Ya no hay niños en los parques. Todos están adentro con sus teléfonos”.

Más allá de esas preocupaciones prácticas, otros padres dijeron que esperaban que los niños sean cada vez más conscientes del medio ambiente a medida que aprendían más sobre el parque y los impactos del cambio climático que impulsaron su construcción.

“Es genial ver que el aspecto ambiental se incorpora a la vida cotidiana”, dijo Nick Sims, de 49 años, que estaba jugando en el parque con su hijo de 5 años, Henry. “Sería fantástico que esto se convierta en la norma, de la misma manera que reciclar se considera lo normal”.

Para padres como Schmitt, ese proceso de normalización tiene que llegar cuanto antes.

“Espero que otras ciudades de los Estados Unidos se inspiren y sigan el ejemplo”, dijo. “Necesitamos más de esto”.

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